La inclusividad es el nuevo
juego. En el mundo, naciones como los Estados Unidos y la Unión Europea han
notado que se están dando cambios en el poder del resto del mundo,
especialmente en Asia. Es importante saber que las naciones poderosas seguirán
siéndolo, pero que otras naciones están ganando poder con el tiempo. El poder
económico ahora no está tan concentrado.
El cambio económico se atribuiría
a un perfil demográfico de mercados emergentes: jóvenes, más productivos y con
mayores ingresos. Esto crearía una fuerte demanda de productos y servicios que
llevarían al crecimiento económico. Sin embargo, investigaciones recientes
sugieren que la razón no sería netamente demográfica.
Desde la perspectiva de la
innovación, los mercados emergentes están mejor encaminados. Mientras que la
innovación en mercados como los EEUU ha decaído, en otros mercados, como los de
Asia, ha ido en aumento.
Esto a su vez ha hecho que estas naciones
innovadoras entren en otros países, armados con tecnología y proyectos de
desarrollo sostenible. Así los negocios comienzan a virar hacia lo inclusivo.
La tecnología ha permitido que la automatización y la miniaturización brinden
productos de bajo costo a nuevos mercados emergentes, aquellos que en el
pasado, serían considerados como mercados no rentables.
La inclusividad social
no solo se
da
de manera online.
La “innovación reversa”, permite
desarrollar productos e introducirlos en mercados emergentes mucho antes de ser
vendidos en otros lugares. La frugalidad y conciencia del costo se vuelven
nuevas formas de diferenciación. La transparencia del internet lleva
inspiración a países de bajo desarrollo, haciendo posible crear “negocios
clones” de otros negocios que dan resultado en países desarrollados. Por
ejemplo: Flipkart.com en India estaría inspirada en Amazon, Disdus en Indonesia
imita a Groupon, y Grab en Malasia es el equivalente a Uber. Los consumidores
pueden tener la experiencia del servicio sin la necesidad de esperar a que las
empresas grandes lleguen a su país.
Al desvanecerse las barreras
entre empresas, estas comienzan a integrarse y asociarse para trabajar juntas y
generar sinergias. Por ejemplo: En el Reino Unido, muchos centros médicos
tienen alianzas con centros de turismo, generando el “turismo médico”, que
llevaría a los interesados a darse tratamientos dentales en Costa Rica,
tratamientos cardiacos en Malasia y cirugía cosmética en Brasil.
A un micro nivel mayor, los
humanos tendemos a ser más inclusivos. Ser inclusivo, se refiere a vivir de
manera armónica restando diferencias. En el mundo online, los medios sociales
han redefinido la manera en que la gente interactúa, permitiendo a la gente mantener
relaciones dejando de lado las barreras de la geografía y demografía. Y no
termina allí: también facilita la colaboración e innovación. Un buen ejemplo son
Wikipedia e InnoCentive, quienes comparten información brindada por la misma
gente de la comunidad. La Social media, permite la inclusividad y la sensación
de formar parte de una comunidad.
La inclusividad social no solo se
da de manera online. El concepto de “ciudades inclusivas” –ciudades que celebran
la diversidad de sus habitantes- se ha vuelto un buen modelo de ciudad
sostenible. Este concepto sostiene que cuando las minorías se sientes aceptadas
en la ciudad, esto beneficia en mucho a la misma. La inclusión social
aparecería en forma de comercio de intercambio, diversidad de empleados y
empoderamiento de la mujer. Estas prácticas eliminan las diferencias de género,
raza y estatus económico.
Y es así como la inclusividad
llega para hacer cambios importantes en el mercado y la sociedad, volviéndonos
cada vez más horizontales en nuestras actividades, humanos e innovadores.
Fuente:
Kotler, Kartajaya, Setiawan. (2017). Marketing 4.0. New jersey: Wiley.
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